AMOR Y CELOS

Ayer, una amiga que tiene un niño cinco meses mayor que Gabriele anunció que está otra vez embarazada. Su bebé nacerá en agosto, cuando el mayor tendrá poco más de dos años. Una de las cuestiones que más preocupación suscita entre los padres que van a tener un segundo hijo es cómo afrontará su llegada el mayor, y qué pueden hacer para minimizar sus celos. Por lo que he visto a mi alrededor, creo que la mayor parte de los niños lo pasan mal cuando tienen un hermano: me parece una verdad bastante universal y, pensándolo bien, hasta comprensible.

Yo muchas veces me he preguntado si Gabriele se pondría celoso al nacer un hermano, aunque ahora mismo no me plantee tener más hijos. Ayer viví una escena curiosa. Me reuní con dos amigas: la que va a volver a ser madre, y otra que tiene un bebé de siete meses, que todavía no extraña. Intentamos hacer “intercambio de bebés” por unos momentos, y el resultado fue el caos. Cuando las dos madres de niños de más de un año cogimos en brazos al bebé, y le hicimos algunas carantoñas, nuestros respectivos hijos protestaron. Gabriele primero me miró curioso, extrañado, pero no tardó en echarse a llorar y tratar de apartar a ese otro niño de mis brazos para ponerse él. Así que al final decidimos que “cada niño con su madre” y pasamos una tarde más tranquila.

Al presenciar la escena, nosotras comentamos: “desde luego… ¡cómo son estos niños!”. Después me quedé pensando en el tema, y llegué a la conclusión de que en realidad no debería extrañarnos tanto. El amor es exclusivo, ¿no lo sentimos así nosotros?, ¿no nos enfadaríamos y reclamaríamos nuestro lugar si viéramos a nuestra pareja abrazar y besar a otra persona? No es lo mismo, por supuesto, pero quizá desde el punto de vista de un niño pequeño no sea tan diferente. La madre es su gran amor, el centro de su pequeño mundo. Recuerdo ahora una frase (impactante y quizá discutible, pero en cualquier caso inspiradora) que leí en un libro de D. W. Winnicott: “Cuando un niño sano de tres años dice ‘te quiero’, el significado de estas palabras es idéntico al que existe entre hombres y mujeres que aman y que están enamorados”. Nosotros lo vemos con una perspectiva distinta, pasada por la racionalidad y la experiencia adulta: “el que yo bese a otro bebé no significa que te quiera menos”. Pero el niño no sabe de esto. Lo único que ve es que su mamá está con otro niño, y supongo que le invade el temor a ser sustituido o abandonado.

Esto no quita para que tratemos de lidiar con tales situaciones e intentemos convencer a nuestros niños de que no sean tan celosos, posesivos, para que vayan así poco a poco acostumbrándose a que no pueden ser siempre el centro del mundo y a que su madre no les pertenece en exclusiva.

Tener un hermano puede ser una experiencia difícil al principio, pero estoy convencida de que es positivo pasar por ella. Sólo digo que, en todos estos procesos, deberíamos tratar de entender a los niños: saber ver las cosas desde su punto de vista, para comprender su experiencia y así ser más capaces de ayudarles a afrontar sus miedos, sus temores, sus desdichas.

Una vez, hace muchos años, pregunté por qué los niños eran tan celosos de sus hermanos pequeños, por qué querían volver a dormir con sus papás, ser de nuevo como bebés, etc. Y recuerdo que alguien me contestó: “tú imagínate que un día llega a casa tu pareja, y te dice que te quiere mucho, que eres lo más importante para él, pero que ha traído a otra mujer que a partir de ahora va a vivir con vosotros, que va a dormir con él mientras tú te quedas en tu habitación, ¡qué bonita tu habitación!, y que ni se te ocurra pensar que por eso te quiere menos, que os puede querer igual a las dos…”. Si nos paramos a escuchar las cosas que hacen y dicen los niños pequeños cuando nacen sus hermanos podemos ver que su reacción se asemeja bastante a lo que sentiríamos nosotros en esa situación. E imagino (porque aún no lo sé) que ayudar a los niños a aceptar el nacimiento de un hermano implica, en primer lugar, entender lo que les pasa, respetar sus formas de expresarlo, y después ir manejando y, si es necesario, reconduciendo la situación poco a poco, sabiendo que el amor fraternal es perfectamente compatible con los celos.

Para cuando Gabriele tenga un hermano creo que ya habré observado y recogido muchas historias de amor y celos de otros niños cercanos, aunque no sé si eso me habrá enseñado algo que me sirva para saber afrontar mejor la experiencia. Me quedo, por ahora, con la clarividencia de una niña de tres años apunto de tener un hermano. Los Reyes Magos le habían dejado unos regalos al futuro bebé, y ella dijo: “Mamá, ¿por qué le han traído regalos al bebé, si no está aquí?”

,

7 Responses to AMOR Y CELOS